ECOS DE ULTRAMAR, AL VAIVÉN DE LAS OLAS, SE OYERON EN EL FESTIVAL DE POESÍA



 ECOS DE ULTRAMAR, AL VAIVÉN DE LAS OLAS, SE OYERON EN EL FESTIVAL DE POESÍA

Por Yuliana Valencia 
Comunicaciones Alcaldìa
Directora de Corre La Voz y Sin Chip

A orillas del mar Pacífico todavía hay niños esperando a que salga una sirena en la rada de Tumaco, para ver cómo peina su cabellera con una peineta de oro. Y no falta el que tenga la esperanza que una ballena vomite al Coronel Juan De La Cruz Salinas, a quien se tragó -como hiciera otra con Jonás- después de caer en la batalla de La Viciosa, durante la guerra de los 1.000 días.

Esas historias, contadas como ciertas por los negros ancestrales del Pacífico colombiano, volvieron a cobrar vida bajo el Samán del en el Centro Cultural de Cali la noche del viernes durante la Gala “Ecos de Ultramar” en el marco del XVII Festival Internacional de Poesía Cali 2017, al cual llegaron los poetas a revivir sus cuitas y volverlas poemas para que la tradición oral no se pierda.

Mary Gruesso Romero fue una de las que llegó de Buenaventura, invitada por primera a vez a participar en el Festival. Y aunque su vena poética se despertó por la angustia que le produjo la muerte de su esposo, con quien estuvo casada durante 20 años, es a los niños de 4 y 5 años a los que quiere llegar con sus relatos para que la cultura se preserve, conozcan su entorno social, la riqueza de su gente y se identifiquen.

Para ellos recitó de memoria el poema ‘Negra soy’:

“¿Por qué me dicen morena, si moreno no es un color?
Yo tengo mi raza. Y es negra. Y negra me hizo Dios.
Otros enredan el cuento llamándome de color,
dizque para endulzarme la cosa y que no me ofenda yo.
Yo tengo mi raza pura y de ella orgullosa estoy,
de mis ancestros africanos y del sonar del tambor.

Yo vengo de una raza que tiene una historia pa’ contar
que rompiendo las cadenas, alcanzó la libertad.
A sangre y fuego rompieron las cadenas de opresión
y de ese yugo esclavista que por siglos nos aplastó.

La sangre en mi cuerpo se empieza a desubicar,
se me sube a la cabeza y ahí comienzo a protestar.
Yo soy negra como la noche, como el carbón mineral,
como las entrañas de la tierra y como el oscuro pedernal.
Así que no disimulen llamándome de color, o llamándome morena
porque negra es que yo soy”.

Para Mary la poesía es un arte y está segura que las nuevas generaciones podrán acceder a ella si tienen vocación y disciplina, pues la sola facilidad que tengan para hacer poesía, no basta. Escribir, para ella, es placentero. Le parece bonito mostrar la realidad con palabras bellas, así esa sea la misma realidad.

Viene de la oralidad, pero es una profesora universitaria que no renuncia a la tradición de la palabra y por ello se aprende y recita los textos  de memoria, sin tener la más mínima idea de cuántos se sabe ni cuántos ha escrito. Y aunque en este XVII Festival Internacional de Poesía de Cali, auspicado por la Secretaría de Cultura y la Alcaldía, la han tratado como una reina, se siente como una más de las sirenas del mar.

Lo que se vivió con la poesía en el Centro Cultural de Cali fue una noche radiante y luminosa, porque brilló la poesía negra. Y para pregonarlo, Mary lo declamó con su voz inspirada y retumbante:

“Si Dios hubiese nacido aquí, sería un pescador, cogería chontaduro y tomaría borojó. María sería una negra requete gordita como yo, que sobre la cabeza llevaría un platón llenecito de pescado ofreciéndolo a toda voz, recorriendo las calles de toda la población. “Llevo pescado fresquito con leche y sin estropear; el pargo pa’ comer frito y el ñato pa’ sancochar; carchimala pa’l tapao y el toyo pa’ sudar”. Si Dios hubiese nacido aquí en el litoral, sería un agricultor que cogería cocos en el palmar, con un cuerpo musculoso como un negro de El Piñal, con una piel de azabache y los dientes de marfil, con el pelito apretado como si fuera chacarral y en la llanura del pacifico tumbaría nato y manglar, que convertiría en polines para los rieles descansar. Y sacaría cangrejos de las cuevas  del barrial. Si Dios hubiera nacido aquí en el litoral, sentiría hervir la sangre al sonido del tambor, bailaría  currulao, con marimba y con guasá y tomaría viche en la fiesta patronal. Sentiría en carne propia la falta de equidad, por ser negro, por ser pobre y por ser del litoral”.

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